Los excesos de verano que terminan en problemas

Era de esperarse. Tomé sol desde las 11 a las 13. Sin protector. La espalda me quedó toda colorada y a las horas me comenzó a salir un sarpullido. Ante la picazón, llamé a mi tía, médica ella, y me dijo que tomara Kalitrón. Me diagnosticaron alergia al sol", cuenta Marianella, de 25 años. Ella es una de las uruguayas que sufre de esta reacción cada vez más común. "En el Cono Sur americano, la capa de ozono es delgada o no existe, por tanto, hay menos filtración de los rayos solares y estos tienden a incidir más en el humano", explica el especialista Jaime Rostkier, presidente de la Sociedad Uruguaya de Dermatología.

Pero la alergia no es para quien quiere sino para quien puede. "Se necesita de una predisposición orgánica (facultativa) para desarrollar determinadas reacciones ante la exposición directa al sol", advierte el dermatólogo Néstor Macedo.

En el caso de Marianella, se suma que su contacto con los rayos ultravioletas (los de mayor incidencia en la piel y que no pueden ser filtrados por una sombrilla) fue en un horario prohibido. "Entre las 11 y las 17 horas nadie puede exponerse directamente al sol porque los rayos caen muy verticales", afirma Rostkier. Pero, ¿una vez qué me va a pasar?, se pregunta la joven. No se percata que el daño es acumulativo y silencioso. "Un poco de picazón, otro día unas manchas y así, sin darnos cuenta, estamos cediendo terreno al cáncer", comenta el dermatólogo.Esas dos horitas abrazadas por los rayos del sol le bastan a Marianella para quedar teñida y pronta para sentirse la más bella de su trabajo. Ella no es la única que gusta del bronceado. Antes lo ideal era el blanco puro; hoy es el tostado.

"A partir de la Edad Media europea, la piel blanca indicaba la pertenencia a las clases sociales no campesinas, grupos que no estaban en contacto con la intemperie y por tanto no estaban expuestos a sus efectos sobre el cuerpo. Tener la piel tostada indicaba la pertenencia a la tierra, al trabajo manual y a las tareas agrícolas", recuerda la antropóloga Teresa Porzecanski. Ahora, por el "concepto idealizado de una vida libre, alejada de lo urbano y en contacto con la naturaleza", el ser humano apela a "desandar la civilización", dice la experta. Esa demanda se representa en el bronceado que es presionado por estereotipos difundidos por la publicidad, la industria de la moda y las pautas de conducta presentadas como "modelos ideales"; aún cuando la salud esté en juego.

MODA. Es que la moda a veces incomoda, aunque ésta "constriñe la conducta y limita el cuerpo mismo", aclara Porzecanski. Y basta pensar en "los corsés usados por las damas de bien en la Europa de mediados del siglo XIX, prenda que las dejaba literalmente sin aliento y con graves deformaciones en los pulmones, por lo que se desmayaban frecuentemente en medio de conglomerados de gente".

Esta pasión de someterse a los peligros del sol "traspasa cuestión de género y edad", comenta Rostkier. Y hasta Jeniffer Aniston se regocija de estar bajos los intensos rayos. La actriz hollywoodense confesó la semana pasada que sufre de tanorexia, la adicción al sol. La ex de Brad Pitt cuenta con varias manchas en la piel y sufre las secuelas de su manía, según publica la revista InStyle.

La tanorexia se manifiesta como una ansiedad por tener un bronceado perfecto y siempre querer mantener un color oscuro. El adicto no visualiza las consecuencias que la exposición solar puede generarle al cuerpo. No lo controla. "La persona siempre piensa que le falta más", dice la doctora Ana Baridon, especialista en trastornos del alimento. "Hemos visto casos de anoréxicas que están todo el año bronceadas; empiezan a tomar sol en setiembre y en invierno van a cama solar", agrega. En cualquier caso la adicción es la manifestación de lo oculto; "lo no dicho", explica.

La irresponsabilidad a la hora de protegerse del sol, incluso exponiendo a niños y bebés, no es el único exceso de la época estival. "El calor ambiental produce daños fatales", asevera el cardiólogo Mario Zelarayán. El calor interno puede ser perjudicial, aún cuando el individuo está en la sombra. "En Sao Paulo se descubrió que el riesgo de contraer un infarto aumenta 11% ante las temperaturas mayores a 24 grados", cuenta Zelarayán. Ejemplo de este fenómeno, cada vez más común por el cambio climático, fue la ola de calor que se produjo en Europa en 2003. Sólo en Francia murieron más de 10.000 personas; todas por el desecamiento del organismo.

Para prevenir este trastorno, el cardiólogo sugiere tomar mucho líquido, comer frutas y verduras, y ser moderados con los ejercicios físicos. "La actividad intensa eleva la temperatura corporal y puede producir un golpe de calor interno", aclara. Pero, los riesgos son mayores cuando además del calor ambiental uno ingiere alcohol.

TERMOSTATO. El alcohol en verano aumenta la probabilidad de contraer un infarto. Este tipo de bebidas es coadyuvante de los efectos del calor, porque anula el sistema de termorregulación. "El alcohol rompe el termostato del organismo", explica Zelarayán. Lo mismo ocurre con las comidas que tienen alta cantidad de calorías. "Es ilógico comer pan dulce, turrón y lechón en la noche", afirma el doctor. Más irracional es para quienes toman medicamentos.

"Los fármacos no se pueden suspender sin la indicación médica", señala Zelarayán. Y agrega: "En todo caso se debe adecuar la ingesta de alimentos". Los hipertensos que toman diuréticos y/o metabloqueantes deben tener mucho cuidado con el calor. Se sugiere que concurran al médico y ajusten la medicación porque las altas temperaturas tienden a disminuir la presión arterial. "Ante una baja de presión brusca la persona debe colocarse en la sombra, en posición horizontal y tomar mucho líquido; 250 centímetros cúbicos cada 20 minutos", indica el cardiólogo.

Para no incomodarse y seguir a la moda, los médicos sugieren acondicionar los hábitos a los estilos de vida saludable. En la parrilla se puede añadir verduras multicolores. "Cada color significa otro tipo de propiedad antioxidante que se mantiene aún luego de la cocción", dice Zelarayán. Marianella, en tanto, ya aprendió la lección: mejor prevenir que curar.

En las fiestas crece el síndrome del jamón

¡Ay! Se cortó el dedo. Estuvo toda la tarde preparando la mesa. Acomodó todos los cubiertos. Llamó a la suegra para felicitarla por las Fiestas. Hizo todo. Y justo cuando llegaron los invitados se rebanó el dedo pulgar cortando el jamón. Es un clásico en las emergencias. Los nervios y la cantidad de comida son una combinación explosiva, no solo para quien consume los alimentos, sino también para el que los prepara. "El síndrome del jamón nunca falta en Navidad; se trata de los que llegan con un corte en el dedo pulgar y que se lo han hecho mientras estaban cortando jamón", dice entre risas el doctor Pedro Tarquis, especialista en medicina interna del Hospital Clínico San Carlos de Madrid a El País de Madrid.

Pero la desatención no va sólo en cómo se corta un pedazo de carne, se descorcha el espumante o se enciende la pirotecnia. También la responsabilidad con los alimentos que se ingieren juega una pasada. La mayor cantidad de intoxicaciones que se producen en estas fechas por consumir alimentos en mal estado se dan en el hogar, ya sea por romper la cadena del frío o por no respetar las condiciones de mantenimiento. "El principal riesgo de una alteración gastrointestinal de este tipo es la deshidratación, que se suele resolver en unas horas, y el paciente se va a casa. Pero, en algunos casos, puede ser muy grave y requerir ingreso hospitalario", comenta Tarquis.

Otro invitado de las fiestas son los empachos por comilonas. Especialmente cuando son muy ricas en grasas, que es lo habitual. "En algunos casos, pueden llegar a producirse episodios de pancreatitis, que pueden deberse a estados de embriaguez, sobre todo en personas con problemas de vesícula", agrega el experto.

SOLUCIÓN. Las abuelas saben. Por algo sus recetas caseras no tienen fecha de vencimiento. Para recomponerse de estos malestares gastrointestinales la doctora Silvia Mediavilla aconseja la limonada alcalina: un litro de agua, jugo de limón natural y una punta de sal y bicarbonato.

Cuidarse el corazón, la piel y de las infecciones

Mario Zelarayán

Cardiólogo.

"En las fiestas aumenta la cantidad de infartos. La abundancia de comidas en horas nocturnas, el alto consumo de alcohol y el estrés explican este incremento".

Eduardo Savio

INFECTÓLOGO.

"Nunca hay que usar el mismo cuchillo para la comida que está cocida y la que está cruda, porque puede haber una contaminación cruzada. ¡Atención en el camping!",

Néstor Macedo

Dermatólogo.

"El sol produce inmunosupresión. Está demostrado que los rayos ultravioletas impactan negativamente sobre el aparato inmunológico, cutáneo y sistémico".

Consejos para un buen verano

El horario permitido para concurrir a la playa playa es antes de las 11 de la mañana y luego de las 17 horas. La exposición no debe superar las dos horas.

Conviene utilizar protectores mayores a un factor 30. Quienes tienen hipersensibilidad al sol deben colocarse factores mayores a 50. No se recomienda el uso de bronceadores.

Los protectores solares deben ser resistentes al agua. Conviene pasar una mano de fotoprotector cada 30 minutos. El mar y la arena son reflectivos de los rayos ultravioletas. Las sombrillas no evitan la incidencia solar.

Hay que utilizar ropa holgada y oscura. El estar en un lugar ventoso sirve para regular la temperatura corporal.

Está prohibido llevar a un bebé menor de seis meses a la playa. Se aconseja no exponerlo al sol directo hasta el año. En los primeros meses de vida la leche materna es suficiente para hidratar. Cuando comienza a comer papilla se debe anexar agua.

Imprescindible el gorro y los lentes.

Las cifras

80% De las radiaciones recibidas du-rante la vida son producto de la exposición solar en la infancia. Por eso hay que cuidar la piel joven.

11% Es el aumento probable de contraer un infarto cuando la temperatura ambiente supera los 24 grados, haya sol o no.

6 Meses como mínimo debe tener un bebé para poder ir a la playa. Conviene no exponerlo hasta el año de vida.

30 Es el factor mínimo de protector solar que se debe utilizar. En aquellas personas que tengan sensibilidad el factor debe superar el 50.

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