Hacer ejercicio puede evitar hasta cinco millones de muertes al año, pero practicarlo es también una cuestión de igualdad

 En todos los países, las mujeres, los grupos étnicos minoritarios, las comunidades desfavorecidas y las personas con discapacidades o enfermedades crónicas tienen más probabilidades de permanecer inactivas. La agencia de la ONU para la salud pide a los líderes encargados de la sanidad que la promoción de la actividad física sea más universal.

©UNICEF/Igor Isanovic|Los adultos deben realizar al menos entre 150 y 300 minutos de actividad aeróbica moderada y vigorosa a la semana, y una media de 60 minutos al día para los niños y adolescentes.

La actividad física mejora la salud física, mental y social y el bienestar general; ayuda a prevenir enfermedades y reduce la carga sobre los sistemas de salud. Según los responsables de la Organización Mundial de la Salud, se podrían evitar hasta 5 millones de muertes al año si la población mundial fuera más activa.

Los responsables de la agencia de la ONU aseguran que teniendo en cuenta esas cifras, “la actividad física ya no se puede considerar como un componente ‘bonito’ para incluir en la política pública”.

Y añaden que la práctica del deporte “es un componente esencial de la ‘Salud para todos’, que es el credo de la Organización Mundial de la Salud para lograr poblaciones más sanas y un planeta más saludable. En resumen, es tiempo de velar por que la actividad física sea imprescindible”.

Sin embargo, muchas personas viven en zonas con poco o ningún acceso a espacios donde puedan caminar, correr, ir en bicicleta o realizar otras actividades físicas de forma segura. Y cuando existen esas opciones, puede que no se hayan desarrollado para satisfacer las necesidades de los adultos mayores o las personas con discapacidad.

Las estadísticas muestran que uno de cada cuatro adultos de todo el mundo no realiza la actividad física suficiente que le permita aprovechar sus beneficios y revelan que, en todos los países, las mujeres, los grupos étnicos minoritarios, las comunidades desfavorecidas y las personas con discapacidades o enfermedades crónicas tienen más probabilidades de permanecer inactivas.

Por ejemplo, Las mujeres son menos activas que los hombres, con una diferencia de más del 8% a nivel mundial (32% hombres frente a 23%, mujeres). Los países de renta alta son más inactivos (37%) en comparación con los de renta media (26%) y los de renta baja (16%).

Las directrices de la Organización Mundial de la Salud recomiendan que todo el mundo sea activo con regularidad para obtener beneficios para la salud mental y física. Los adultos deben realizar al menos entre 150 y 300 minutos de actividad aeróbica moderada y vigorosa a la semana, y una media de 60 minutos al día para los niños y adolescentes.

Los niveles de inactividad entre los adolescentes son también alarmantes, dado que al menos las tres cuartas partes de ellos no observan las directrices y, de esa proporción, en la mayoría de los países, las muchachas son más propensas a la inactividad que los muchachos.

La injusta desigualdad

La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto las desigualdades ya existentes agravándolas en las personas y las comunidades vulnerables. Los responsables de la Organización Mundial de la Salud recuerdan que demasiadas personas viven en comunidades con calles inseguras para peatones y ciclistas, con acceso deficiente a espacios públicos abiertos, y programas e instalaciones inasequibles para realizar ejercicios o practicar deportes.

“Esto es injusto y debe cambiar”, aseguran.

Por todo ello, la agencia de la ONU ha pedido a los responsables de la toma de decisiones de los sectores de la salud, el deporte, la educación y el transporte que aumenten urgentemente la oferta de programas y servicios más inclusivos y de entornos más seguros que promuevan la actividad física en todas las comunidades.

En un documento para promocionar la práctica del ejercicio físico, titulado Juego Limpio: Crear un sólido sistema de actividad física para personas más activas, los expertos de salud pública de la OMS explican cómo puede lograrse ese objetivo.

"Hay una necesidad urgente de ofrecer a las personas mejores oportunidades para llevar una vida activa y saludable. En la actualidad, las posibilidades de que las personas participen en la actividad física son desiguales e injustas. Esta desigualdad no ha hecho más que empeorar durante la pandemia de COVID-19", ha señalado la doctora Zsuzsanna Jakab, directora general adjunta de la Organización, con motivo de la presentación del documento.

Recomendaciones basadas en el conocimiento y la experiencia

El informe recuerda que la actividad física contribuye a la integración social, la igualdad de género, la empleabilidad y la educación, destaca los principales retos y oportunidades de cómo los países pueden construir un sistema de actividad física y deporte más justo, y hace un llamamiento para apoyar a los países a ampliar las acciones de promoción de la actividad física en todas sus formas, para todas las edades y capacidades.

La doctora Fiona Bull, jefa de la Unidad de Actividad Física, dijo que el informe "se basa en los conocimientos y la experiencia” y, además, “proporciona mensajes claros a todos los que trabajan para crear una sociedad más activa sobre lo que tenemos que hacer”.

El llamamiento se dirige a las industrias, la sociedad civil y los gobiernos, así como a los organismos de las Naciones Unidas, para que construyan una visión común para crear sociedades más activas a través del deporte, la marcha, el ciclismo y el juego.

Plan de acción

Para lograr avances reales en la esfera de la actividad física se requiere un enfoque de sistemas estratégicos coordinados, según se describe en el Plan de acción mundial sobre Actividad Física 2018-2030 de la Organización Mundial de la Salud.

El Plan incluye datos probatorios y recomendaciones normativas basadas en la práctica sobre la manera de incrementar la actividad física en todos los países.

Además, insta a todos los países a proporcionar educación pública constante, entornos propicios y programas diversos que permitan a las personas mantenerse activas de manera segura y placentera a través de:
  • Campañas constantes de comunicación sobre actividad física, realizadas a través de una amplia gama de medios de comunicación, con mensajes e imágenes adaptadas a la diversidad de comunidades, a fin de llegar eficazmente a las personas y darles participación
  • Entornos que proporcionen un acceso seguro y asequible a establecimientos, lugares y espacios en los que las personas puedan ser más activas de diferentes maneras
  • Programas, productos y servicios que ofrezcan oportunidades asequibles e integradoras para realizar ejercicio

Obstáculos existentes

Ahora bien, también existen obstáculos interrelacionados que limitan los progresos hacia el logro de un sistema de actividad física eficaz, eficiente y sostenible a escala:
  • La inversión insuficiente, desigual e ineficaz
  • Las políticas, las leyes, los marcos de reglamentación y las normas inapropiadas y discordantes
  • Las alianzas y la ejecución de programas desiguales y fragmentados que dan lugar a deficiencias en los servicios
Con el fin de acelerar el avance hacia una práctica del ejercicio más universal, alcanzar la recuperación tras la COVID-19 y liberar el pleno potencial de la actividad física se deben propiciar los siguientes cambios:

1.      Establecer mecanismos de financiación innovadores y diversificados
La financiación actual es insuficiente y con frecuencia de corto plazo; su ámbito es estrecho y está menos centrada en el fortalecimiento de un sistema propicio para la actividad física que en proyectos piloto y de demostración.

Se requieren con urgencia mecanismos de financiación y fuentes de inversión nuevos y diversificados, dirigidos a reducir las desigualdades estructurales y apoyar a los más vulnerables.

Los gobiernos, las organizaciones de desarrollo, las organizaciones donantes y las empresas deberán revisar los actuales mecanismos de financiación y donaciones para que sean más sostenibles y a largo plazo.

Es preciso que los gobiernos consideren nuevos enfoques de redistribución, por ejemplo, impuestos, subsidios, vínculos sociales y financiación combinada, con miras a promover los factores propiciadores, la infraestructura y las iniciativas comunitarias que se necesiten.

2.      Aprobar políticas, leyes, marcos de reglamentación y normas coherentes
Tales medidas deben tener por objetivo mejorar la equidad, inclusión, seguridad, accesibilidad y asequibilidad de la actividad física, y para ello se necesitan políticas, leyes y normas sólidas y armonizadas.

Por ejemplo, las políticas, los reglamentos y las normas requerirán la creación de suficientes redes de calidad para peatones y ciclistas, el acceso público a espacios abiertos, la educación física en las escuelas, lugares de juego e instalaciones y equipos recreativos de uso comunitario.

Los gobiernos deberán aplicar políticas y leyes destinadas a reducir los obstáculos a la actividad física (exclusión, seguridad, acceso y asequibilidad) y crear incentivos para ayudar a las personas a ser más activas, mediante mejoras obligatorias de los entornos, servicios y programas.

3.      Crear un sistema de actividad física más integrado
Un sistema de actividad física eficaz y efectivo debe posibilitar la puesta en práctica más equitativa y justa de los elementos propiciadores de la actividad física.

Tal sistema deberá evolucionar hacia modelos más integrados y vinculados que produzcan un efecto sostenible y mensurable, lo que a su vez atraerá mayor inversión y generará un círculo virtuoso.

Las campañas de educación, los entornos y los programas adecuados e integradores se pueden poner a disposición de todas las comunidades mediante una mejor identificación de sinergias y oportunidades.

Por ejemplo, se podrían facilitar los contactos entre programas y organizaciones; fortalecer la capacitación y los criterios profesionales entre los trabajadores, de modo que la puesta en práctica sea más coherente; establecer mejores sistemas integrados de información y evaluación de los efectos; y utilizar innovaciones en los sistemas digitales que sean accesibles.

Esto solo se podrá alcanzar en colaboración con otras partes interesadas, en particular los servicios comunitarios, los servicios de atención primaria y secundaria de salud y los servicios sociales.

Asimismo, hay tres acciones clave para crear las condiciones que permitan a las personas a hacer más ejercicio:
  • Crear alianzas más fuertes entre los sectores para ofrecer programas eficaces, servicios y entornos seguros que involucren y apoyen a todos a ser activos
  • Establecer estructuras de gobernanza y regulaciones más fuertes para garantizar que los entornos apoyen la actividad física segura y los programas y el deporte inclusivos
  • Adoptar mecanismos de financiación más amplios, profundos e innovadores para construir un sistema sólido y sostenible que pueda proporcionar actividad física y deporte para todas las edades y capacidades
©ONU

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