La experiencia de España frente al coronavirus, lecciones para otros países

El virulento brote de COVID-19 en el país europeo, el segundo con más infecciones y muertes por la pandemia, puede dar a los países pautas para sus estrategias nacionales de respuesta. Un experto de la Organización Mundial de la Salud, quien lideró una misión sanitaria recientemente al territorio español, destacó la "heroica e inspiradora” respuesta de los trabajadores sanitarios, la unidad de la sociedad española y la determinación del Gobierno.


La velocidad vertiginosa, la letalidad y el impacto devastador de la pandemia de COVID-19 en España deben servir para que otros países aprendan de la terrible experiencia y respondan a la emergencia con estrategias adecuadas para hacer frente a la crisis causada por el coronavirus, señaló este miércoles la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud en una conferencia de prensa virtual.

Según los datos de la Organización hasta hoy España suma 140.510 casos confirmados y 13.798 muertes, lo que lo coloca como el segundo país con más casos, detrás de Estados Unidos, y el segundo con más muertes, superado por Italia.

El asesor especial de la Organización sobre COVID-19 lideró esta semana una misión sanitaria que viajó a España, donde visitó Madrid, Barcelona y Toledo, focos rojos de la enfermedad, además de acudir a varios centros de salud y hospitales temporales y hablar con expertos en sanidad de ese país.

Al informar sobre sus hallazgos, el doctor Bruce Aylward, quien había encabezado previamente la misión de la OMS que estuvo en China, recordó que cualquier sistema de salud, por sólido que sea, puede colapsar cuando se multiplican exponencialmente los enfermos que requieren hospitalización o cuidados médicos.

Aylward calificó de “heroica e inspiradora” la respuesta de los trabajadores sanitarios ante la emergencia y consideró que la población española ha mostrado unidad y el Gobierno determinación para implementar medidas con miras a detener la propagación del virus.

Cuatro lecciones

El experto llamó a tomar el caso de España como un ejemplo de lo que puede ocurrir en cualquier lugar del mundo y destacó cuatro lecciones que pueden ayudar a los países a implementar planes de respuesta adecuados para encarar al COVID-19:

El más robusto de los sistemas sanitarios puede ser  rebasado y quedar en alto riesgo por el COVID-19 en un periodo muy breve.

La primera, tomar en cuenta los altos riesgos, las consecuencias y la velocidad impresionante con la que puede explotar la enfermedad en algunos escenarios para tomar medidas estrictas extraordinarias incluso en áreas de baja incidencia. “Sabemos que para la población es difícil, sobre todo en zonas donde no hay muchos casos, pero esta enfermedad definitivamente precisa provisiones excepcionales”, dijo Aylward.

Las segunda, recordar la vulnerabilidad de los sistemas de sanidad en emergencias de esta magnitud. “España tiene un sistema de salud primaria muy bueno y uno bastante impresionante de salud terciaria, pero el más robusto de los sistemas sanitarios puede ser completamente rebasado y quedar en alto riesgo por el COVID-19 en un periodo muy breve. Eso requiere diligencia para hacer un plan de contingencia que incluya escenarios extremos. Hay hospitales de mil camas que están llenos de casos de coronavirus en España. No queremos ver escenarios como este en otros países, pero debemos contemplarlos como posibles debido a la naturaleza de esta enfermedad. Puede alcanzar una escala en la que no hemos pensado.”

La tercera lección es ser conscientes de que los cierres de actividades son muy importantes y que ralentizarán el contagio del virus, pero hay que saber que no lo detendrán. “Tenemos que desacelerar la disminución de contagios garantizando tener pruebas suficientes y aislando los casos con eficiencia para que no siga propagándose porque esto presiona más a un sistema de salud ya cuarteado por las necesidades imprevistas (…) La clave no es cerrar sino encontrar rápidamente los casos, hacerles la prueba, aislarlos y rastrear a los contactos.”

Finalmente, hay que aprovechar el cierre instrumentado en muchos países como una ventana para prepararse para el periodo posterior, que será un prolongación de la realidad impuesta por el COVID-19 en que vivimos ahora. “Nos tenemos que preparar adecuadamente para esa realidad. Tenemos que asegurarnos de que la población entienda que se trata de una nueva fase, que poner fin al cierre no quiere decir volver a la normalidad, será una nueva normalidad, eso hay que entenderlo bien. Debemos tener capacidad en las unidades de terapia intensiva, debemos incrementar la capacidad de los sistemas de salud pública y, sobre todo, tenemos que hacer pruebas a todos los casos sospechosos y ser capaces de rastrearlos y aislarlos”, puntualizó.

Los cierres de actividades son muy importantes y ralentizarán el contagio del virus, pero no lo detendrán.

Cuando un periodista le planteó las críticas de muchos españoles que consideran que el Gobierno se tardó en tomar medidas, el asesor especial respondió que no es momento de señalar lo que estuvo bien o mal. “Estamos aprendiendo. Ahora estamos donde estamos y tenemos que seguir peleando la batalla. Aprendemos según avanzamos”, respondió, enfatizando el carácter sanitario de la misión.

No suspender el financiamiento

Por su parte, el doctor Hans Henri Kluge, director regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud, agradeció a los numerosos Estados europeos, al Banco Mundial y a la Fundación Bill and Melinda Gates por el respaldo que han dado al programa de solidaridad de la Organización, que busca hallar un tratamiento y una vacuna viable.

“No es el momento de suspender el financiamiento a la Organización”, puntualizó en vista de que algunos Gobiernos hayan dicho que sopesaban retirarle el apoyo.

Kluge señaló que la salud pública es responsabilidad nacional de los Gobiernos, pero enfatizó que la OMS está para apoyarlos en esta crisis sin precedentes.

Asimismo, pugnó por orquestar pautas mundiales para luchar contra la pandemia.

“Estamos tratando de llamar a los países a unirse para lograr una política común porque es muy claro que ninguno puede parar a este virus solo, se tiene que hacer globalmente y con solidaridad”, insistió.

El director regional agregó que cada nación debe buscar un equilibrio entre la sanidad, el impacto socioeconómico y los derechos humanos, pero advirtió que por ningún motivo se puede bajar la guardia.

Recalcó que el final de los cierres de actividades “tiene que ser gradual y combinado con un aumento de capacidad”.

“No se trata de aplanar la curva, sino de cortarla y para ello hace falta una respuesta amplia que identifique casos sospechosos, haga pruebas, los aísle y rastree los contactos”, apuntó Kluge.
©ONU

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