MINTUR consolida avistaje de ballenas francas como nuevo producto turístico

Luego del proceso de reglamentación, el Ministerio de Turismo promueve la sensibilización y difusión del avistaje de ballenas francas en procura de consolidar un nuevo producto y diversificar la oferta. A la cartera le interesa captar al turista de naturaleza, informado y de buen nivel adquisitivo, entre los meses de julio y octubre, período en el que los cetáceos llegan a las costas de Maldonado y Rocha.

La observación de ballenas es una incipiente actividad turística en nuestro país, que consiste en el avistamiento de cetáceos en un lugar de acceso abierto en  tierra firme, torres costeras y desde embarcaciones.

El Ministerio de Turismo (MINTUR) promueve la actividad desde el año 2000 junto a la Organización para la Conservación de Cetáceos (OCC), en procura de consolidar e integrar a la oferta turística un nuevo producto.

Las ballenas francas arriban a las costas de Maldonado y Rocha durante los meses de julio y octubre en busca de aguas tranquilas y templadas para reproducirse, amamantar y cuidar a los ballenatos.

Antes de arribar los cetáceos, ya se alimentaron de toneladas de krill en aguas cercanas a la Antártida y engordan hasta un metro de grasa. “Esto ayuda a las ballenas a tener la suficiente energía como para emprender la migración sin alimentarse. Interferir en su actividad determinaría que gasten parte de la energía que acumularon”, apuntó la responsable del área del ministerio, Mónica Lozano.

La ruta de las ballenas francas comprende la Antártida, incluye a Puerto Madryn (Argentina) y luego de nuestro país, el trayecto culmina en Florianópolis (Brasil).

Captación de turistas de naturaleza

A fines de la déacad de 1990, la población mundial de ballenas francas, estimada en 5.000 ejemplares, estuvo en peligro de extinción. Las acciones emprendidas por varios estados para su conservación llevaron a que el número aumentara a 7.000 cetáceos. Su recuperación es lenta debido a que las hembras tienen una cría cada tres años.

Los ejemplares miden entre 14 y 16 metros de longitud y su peso varía entre las 40 y 60 toneladas, llegan a vivir 250 años, se desplazan a una velocidad de entre 15 y 30 kilómetros por hora.

El ministerio difundió que más de 13 millones de personas contratan salidas para el avistamiento de ballenas en más de 100 países. La modalidad genera 2,1 billones de dólares por año en todo el mundo.

Lozano, afirmó a la Secretaría de Comunicación que, al menos, hay dos perfiles de turistas identificables en esta modalidad.

Según afirmó: "El ecoturista o turista de naturaleza, es principalmente extranjero, de buen nivel económico, muy bien informado y capacitado sobre las ballenas francas que compara la experiencia de avistaje en varios puntos de la ruta". Hay otro turista, preferentemente local, que se dirige a Piriápolis o Punta del Este en procura de divisar estos cetáceos, que no maneja suficiente información y no tiene la paciencia necesaria que requiere la actividad, ya que los cetáceos permanecen sumergidos por lapsos de hasta 15 minutos.

Prohibido molestar a las ballenas

El marco legal vigente establece que están prohibidas las actividades que impliquen disturbar, ahuyentar o molestar a los cetáceos en las áreas de desplazamiento, nado, descanso, reproducción, de cría o asentamiento.

Salvo casos expresamente autorizados no se permite, a menos de 300 metros de las ballenas, nadar, bucear, circular con motos náuticas, pescar y la aproximación de embarcaciones no registradas.

Lozano aseguró que el país ha dado los pasos correctos en la materia. “Primero se trabajó en la reglamentación, luego en sensibilización e información como pasos previos a la generación de un nuevo producto”.

El miércoles 22, en la sede de la cartera, la ministra Liliam Kechichian, los directores nacionales de Turismo, Carlos Fagetti y de Recursos Acuáticos, Daniel Gilardoni, entre otros jerarcas, participaron en el lanzamiento de la temporada de avistaje de ballenas 2015-2016.

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