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El cine uruguayo puso a la familia como nudo narrativo

2012 fue un año importante para el cine uruguayo. Más allá del dato cuantitativo de que un par de semanas de mayo tuvieron cinco películas uruguayas en cartel (una cifra histórica), lo interesante fue el abanico que se abrió durante estos pasados doce meses con varias de las propuestas cinematográficas nacionales que paradójicamente recibieron poca respuesta del público pero destaques internacionales.

Entre los filmes más relevantes del año se puede trazar un hilo conductor que los enhebra con un tema común de fondo: la familia y sus múltiples relaciones.

La demora, dirigida por Rodrigo Plá, fue una de las mejores películas uruguayas estrenadas en el año. La historia de una ama de casa separada y con dos hijos que debe ocuparse de su padre senil maneja un lenguaje muy emparentado con el realismo inglés que explora en cada película Mike Leigh. Demostró además que la grisura de la ciudad de Montevideo, tantas veces usada como mero marco de fondo, tiene sus dobleces y sus fisuras, por donde aparecen personajes como los que representan Carlos Vallarino y Roxana Blanco en La demora, que recibió el premio de los lectores del diario Tagesspiegel en la Berlinale.

3, dirigida por Pablo Stoll, fue otro de los estrenos esperados del cine nacional este año.

También en este caso la familia jugó un rol preponderante en una historia que se anima a transitar los caminos de la comedia. Si bien esta intención no es manifiesta en 25 watts, sí se da de forma explícita en Whisky.

También el género documental aportó obras de recuerdo. Las flores de mi familia, dirigida por Juan Ignacio Fernández, tomó la decisión de meter la cámara en la intimidad del hogar de su abuela. La madre del director debe tomar la difícil decisión de mandar a su madre a un hogar de ancianos. La película está filmada con una delicadeza y un rigor dignos de mención. Fue premiada en Santiago de Chile.

El casamiento, de Aldo Garay, es una película que rescata una historia de una familia particular: la que formalizan un travesti y un hombre de más de setenta años.

En el campo de la animación digital y en clave juvenil, Walter Tournier reelaboró el mito de Robinson Crusoe en clave de plasticina y estrenó Selkirk, la historia de un pirata abandonado en una isla desconocida.
El Observador

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