El uruguayo más ficticio


Guillermo Francella acaba de bajarse del avión en Carrasco. Una camioneta lo espera para llevarlo a un hotel cinco estrellas. Llega, se baja, estira las piernas y se cierra su campera de cuero. Después del ciclón del miércoles, apareció una mañana de jueves soleada con viento fresco. Prende un cigarrillo y da una pitada profunda.


Está en Montevideo para promocionar su última película, la copruducción argentino-española ¡Atraco!, que se estrena mañana en Uruguay y donde tiene el papel protagónico junto a Nicolás Cabré. Pero este 2012 ha tenido al Uruguay bastante presente en la vida del actor.

Los primeros quince días del año los empezó en Punta del Este, desde donde el 20 de enero viajó al gélido invierno español. Allí comenzó el rodaje de ¡Atraco!  En la película, ambientada en el año 1956 entre Panamá y España, Francella es Merello, un agente de seguridad de la guardia personal de Perón que debe viajar en una misión secreta a Madrid para robar unas joyas que pertenecieron a Evita. Y usa pasaporte uruguayo, aunque siga siendo un porteño auténtico hasta la médula.

“Es la primera vez que hago de uruguayo, porque los personajes llegan a Madrid con pasaportes uruguayos. Está basada en un hecho histórico que ocurrió en 1956: fue un robo en la Gran Vía, en la joyería Aldao, que sigue existiendo. Dos argentinos con pasaporte uruguayo cometieron ese robo”, explica a El Observador Francella con seriedad y sin el más mínimo dejo de comedia que un ingenuo creería constante en su cara.    
¡Atraco! surge de una idea del productor Pedro Costa, y todo la producción -actores incluidos- debió estudiar la época y el contexto en que se desarrolla la anécdota: los días inciertos de Perón y su séquito en la ciudad de Panamá (donde el general conoció a “Isabelita” Perón) y las formas de conseguir dinero ante la negativa de Francisco Franco de darle asilo político.

“Si bien Franco y Perón tenían coincidencias, España era un país muy católico, y demoró en darle la residencia, porque Perón había sido excomulgado”, agrega Francella, repasando los hechos que dispararon la historia de ¡Atraco!

Un agente argentino (el genial Daniel Fanego, con su cara pétrea) empeña las joyas en Madrid sin que Perón se entere, y consigue el dinero. Pero aparece en juego la esposa del Generalísimo, Doña Carmen Polo de Franco, quien tiene por costumbre visitar joyerías, pedir prestadas joyas y no devolverlas. Cuando las de Evita están a punto de correr esa suerte, Merello y su ayudante (Cabré), “dos patriotas peronistas” se jugarán la ropa por recuperar el patrimonio de la “Señora”, como llaman a Evita.

El guión, fruto de las seis manos del director Cortés, Piti Español y el argentino Marcelo Figueras (Plata quemada), construye el armazón de una historia compleja.  

“A Cortés le gusta mucho el estilo de los hermanos Coen, donde detrás de las tragedias má grandes hay algo que te genera una sonrisa”, dice Francella, cuyo papel en el filme representa a un duro: un jefe de seguridad frío, putañero, adorador de Evita, un profesional que debe estar atento y adelantándose a las situaciones, mientras que Cabré es el muchachito que se hace el listo.

“Merello debe padecer a Miguel porque son permanentes las macanas que se manda”, dice Francella con una sonrisa y reconoce que es un personaje que le gustó mucho transitar, en una película muy cuidada a nivel de la preproducción, que estuvo tres años preparándose.

“El momento que más me gustó de la película es cuando Merello pide para ver las joyas.  Cuando las ve queda deslumbrado, es un brillo que sale del portafolio. El personaje de Fanego le dice: ‘¿Usted se las vio lucir a la Señora?’ y él le responde: ‘No, yo siempre estaba de espaldas, custodiándola’. Me encantó esa escena”, confiesa el actor.

¿Más serio?
Desde la película mexicana Rudo y Cursi, de 2008, dirigida por Alfonso Cuarón, el actor se abrió a un cambio en su carrera, que le permitió entrar en un cine diferente haciendo papeles distintos a los sketches de Poné a Francella o Casados con hijos y muchos menos de La familia Benvenutto, o Brigada Cola o las películas de bañeros que filmó con Emilio Disi a fines de los 80, entre otras. Algo cambió.

“Yo siempre estuve en la búsqueda de contenidos diferentes. Se fue dando, no solo en cine, sino también en teatro y televisión: comedias de Mel Brooks, el cine mexicano, El secreto de sus ojos, Los Marziano, siempre buscando”, describe Francella este movimiento en su carrera desde hace unos cuatro años.

Y por estas sendas parece que seguirá transitando porque sus próximos pasos están en la pantalla grande. “Todavía no está cerrado, pero son dos películas argentinas, una dirigida por Marcos Carnevale y otra de Daniel Burman”, dice Francella, un hincha de Racing de Avellaneda que mira por la ventana del hotel buscando el Centenario, donde jugó su equipo las finales contra Nacional y Celtics en 1967, cuando tenía diez años y ese niño porteño fue campeón del mundo de fútbol.
Valentín Trujillo - El Observador

Comentarios