El Chavo de la discordia


Y una tarde el Chavo Díaz volvió al Parque Franzini. Luego de su salida polémica, que se generó de Defensor Sporting pocos días después de haber perdido las finales del Campeonato Uruguayo contra Nacional y su “sí” justamente al presidente de los tricolores, Ricardo Alarcón, para hacerse cargo de uno de los grandes del fútbol uruguayo, le tocó volver a lo que hasta hace dos meses era su casa.


Pero mientras tanto, como se manejó, estuvo esa salida intempestiva –totalmente justa para cualquier profesional que busca mejorar– aunque no fue vista de la misma forma por los hinchas, jugadores y dirigentes violetas, sobre todo porque se dio poquísimos días después de perder la final del Uruguayo pasado.

Tanta fue la trascendencia que le dieron en Defensor a este hecho que el club decidió romper relaciones con Nacional por la forma en que, según interpretó el presidente de los de la farola, Dante Prato, se manejó el tema con su par tricolor Alarcón.

El Chavo entró de cabeza levantada al Franzini, como corresponde a cualquiera. Se encaminó al banco de enfrente, el de los visitantes, el que hasta ahora nunca había estado en una cancha que conoce de memoria. Antes, había participado de la charla técnica en el vestuario que tampoco nunca había pisado, quizá los dos únicos lugares que no conocía del estadio en el que en junio –sí, hace poco más de dos meses– dieron la vuelta olímpica como campeones del Clausura con ese otro equipo que ahora debería enfrentar.

Obviamente no fue un partido más para él. Si bien la procesión va por dentro para no demostrar emociones de ningún tipo, el Chavo vivió este partido de una forma diferente. Era el primero oficial por el Campeonato Uruguayo con Nacional y era el primero contra su exclub. ¿Hace falta más?

Como se esperaba, el grueso de la parcialidad de Defensor Sporting no lo recibió bien. Todo lo contrario. Lo hizo con insultos que provinieron sobre todo de la barra de jóvenes violetas. Fue antes de la ejecución del Himno Nacional con motivo del aniversario de la declaratoria de la independencia.

El Chavo no hizo ni un gesto. Tampoco lo hicieron ninguno de sus exdirigidos. Es que ni un solo futbolista de Defensor Sporting se acercó a saludarlo antes del encuentro, pese a que hasta hace poco habían sido dirigidos por él. ¿Bronca? Tal vez. ¿Órdenes superiores? No.

Díaz vivió el partido intensamente aunque a su estilo. Sin hacer gestos grandilocuentes, sin aspavientos. A los 16 minutos abrió la cuenta Aníbal Hernández –la figura de la cancha– y en el fragor del festejo violeta, la hinchada volvió por su revancha. Se acordaron de la madre del Chavo con el mismo insulto del principio.

Los seguidores albos no sacaron la cara por él. No lo vivaron.

Ya en Los Céspedes, en donde habló con la prensa, bajó los decibeles a una discusión en la que él no entró: “Los gritos en contra hay que aceptarlos porque el hincha es pasional”.

Pasó en el Franzini
NO PUDIERON ENTREGARLE UNA PLAQUETA A LUNA
Los directivos de Defensor Sporting se quedaron con las ganas de entregarle el sábado una plaqueta a su exjugador, Adrián Luna, quien el sábado debutó con Nacional. El presidente violeta, Dante Prato, dialogó en persona con los jueces para explicarles que antes del encuentro le iban a entregar una plaqueta al jugador y, pese a que ellos estaban de acuerdo, surgió la negativa de Nacional. Prato y el dirigente Daniel Jablonka igualmente ingresaron a la cancha para entregarla, pero le llegó la orden a Luna de que no fuera a recogerla. “Nosotros entramos, pero Nacional no quiso que se la entregáramos”, dijo Prato a El Observador.

HUBO DOS LESIONADOS VIOLETAS

El terrible patadón que pegó Christian Núñez a los 13 minutos al futbolista violeta Diego Rolan no solo lo sacó de la cancha, sino que lo dejó con un importante esguince de tobillo. Pero quien se llevó la peor parte en el segundo tiempo fue Ramón Arias que le pegó a Gonzalo Bueno y terminó con una doble lesión de tobillo y rodilla derecha.

8 Detenidos. por disturbios menores hubo en el partido entre Defensor y Nacional.
Marcelo Decaux - El Observador

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