En Paraguay siguen apareciendo muertos entre las plantaciones de soja


El diario El Mundo, de España, publicó una crónica firmada por Dino Capelli desde Curuguaty, la ciudad referente de la zona de la matanza que dio origen a la crisis política de Paraguay. Es el lugar donde estuvo Artigas durante los últimos 25 años de su vida, cerca de la frontera con Brasil y a 240 kilómetros de la capital, Asunción. Allí se hablan cuatro idiomas: los oficiales del país, español y guaraní, más el portugués de los vecinos y el alemán de la colonia de menonitas que habita la zona.


Pero los gritos de ira y de impotencia suelen ser en guaraní. La crónica de El Mundo, de la que a continuación se extraen algunos pasajes, rescata esa denuncia de los lugareños.

"Entre la soja, en las miles de hectáreas de tierra en disputa, aún siguen apareciendo cuerpos de campesinos. Están muertos y aparecen en lugares donde no llegaron las balas de la policía. ¿Quién los mató? ¿Quién los mata?".

"Mientras algunas familias encontraron sus muertos y disiparon sus dudas, otras siguen buscando y llorando. Gritan en guaraní y en español a quien las quiera escuchar que sus hombres y sus hijos y sus padres aún están en el monte, escondidos y con miedo. En tanto el intendente denuncia la existencia de grupos guerrilleros".

"Más muertos de aquellos que narra la versión oficial, ejecuciones del Frente de Liberación Paraguaya, temor por represalias, son parte del día a día. Los vecinos siguen buscando en el campo a sus familiares, mientras a 240 kilómetros de distancia, en Asunción, ruedan las cabezas políticas".

El periódico español publica un comunicado de los vecinos: "Las organizaciones sociales y campesinas ante los hechos públicos del 15 de junio durante el desalojo de las tierras, a 35 kilómetros de la ciudad de Curuguaty, hacen un llamamiento a las autoridades para garantizar la vida de los campesinos heridos que aún siguen en los montes, y los desaparecidos y evitar más hechos de violencia en el lugar. Solicitar la presencia de una comitiva interinstitucional con representantes de los tres poderes del Estado, comisiones de Derechos Humanos y organismos internacionales en el lugar de los hechos que permita una tregua de las operaciones de policías y militares, y lograr el retiro de los fallecidos y la asistencia de los heridos que reclaman los ocupantes".

La crónica de Cappelli señala que ese comunicado y las denuncias a voz en cuello que se hacen desde las radios comunitarias y se gritan en las calles, casi no han llegado a Asunción.

"Son los mismos que denuncian las detenciones arbitrarias de las personas que no tienen nada que ver con la ocupación y que son detenidas por auxiliar a los heridos, por el simple hecho de ser familiares de los ocupantes de las tierras, ´que inclusive fueron torturados y en estos momentos están en el calabozo de la comisaría de Curuguaty´. Son los que recurren a la solidaridad nacional e internacional para lograr la recuperación de las tierras".

Los campesinos del lugar están más abandonados que nunca, según queda claro en la crónica de Cappelli: "Los campesinos tratan de hacer valer su voz en las redes sociales y en la calle de la ciudad. La hija de Marcelo Trinidad, uno de los detenidos, clama por hablar con él. Fue incomunicada con su padre, mientras su hermana resultó herida de bala en la masacre. Otro campesino pide apoyo "a la gente campesina masacrada". Martina Paredes es hermana de un campesino muerto en el enfrentamiento con la policía. Pero su tragedia no termina ahí, y pide por favor que aparezca su otro hermano que aún sigue desaparecido... se llama Luis Agustín Paredes y nada se sabe de él".

La situación de esas tierras está en disputa. Los campesinos entienden que son tierras públicas destinadas a la reforma agraria, pospuesta durante décadas, en tanto que las autoridades entendieron que eran propiedad privada. Ahora, al conflicto se suma una serie de muertos, desaparecidos, heridos y persecuciones.

Cappelli le otorga a los protagonistas su lugar en la historia: "Mientras el mundo habla de Lugo y de Franco, de legisladores y de cancilleres, los campesinos están lejos de los grandes medios de comunicación, buscando a sus familiares y exigiendo justicia y tierras".
EL Observador

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