De residencia presidencial a refugio de indigentes


Fue testigo de la intimidad de varias familias prestigiosas de Montevideo y donde vivieron varios presidentes desde su construcción.
Allí se resolvieron cuestiones de estado, se recibieron a mandatarios de otros países y se escribió gran parte de la historia política del Uruguay.La casona de Suárez y Reyes- en pleno corazón de El Prado- fue ocupada por primera vez como residencia presidencial por Luis Batlle Berres en 1947. El entonces presidente reclamó el predio cuando asumió como tal motivado por cuestiones que nada tenían que ver con la política. Esa esquina de Suárez y Reyes (ahora 19 de abril) tenía un significado especial para  Batlle Berres porque fue precisamente ahí donde conoció a Matilde Ibañez en 1925, con quien años después se casaría. Por eso cuando llegó a la Presidencia reclamó la propiedad para el Poder Ejecutivo y contrató al arquitecto Scasso- conocido por ser quién  construyó el Estado Centenario- para que realizara varias reformas en la finca.Otros presidentes como Andrés Martínez Trueba también utilizaron la residencia para vivir junto a su familia. Sin embargo mandatarios como Oscar Gestido se resistieron a mudarse para la casona de El Prado y resolvieron utilizarla como despacho o para cuestiones oficiales.
Jorge Pacheco Areco se encuentra dentro de la nómina de presidente que vivió en Suárez al igual que Juan María Bordaberry hasta el golpe de Estado de 1976. Los presidente de facto Aparicio Méndez y Gregorio Alvarez también se vieron seducidos por los encantos de esta propiedad y vivieron allí durante sus mandatos.Con el retorno a la democracia, los ex presidentes Julio María Sanguinetti (en sus dos mandatos) y Luis Alberto Lacalle también conviertieron a la residencia en su hogar. Durante estos períodos se realizaron varias remodelaciones en la casona que en principio estuvieron a cargo del arquitecto Enrique Benech y el artista Manuel Espínola Gómez. Luego durante la segunda presidencia de  Sanguinetti se construyó un rosedal y un pabellón de cristal y acero.

Barrio de casas quinta
Pero la historia del predio de Suárez y Reyes comenzó mucho antes, en 1832 según cuenta el libro  Casas Presidenciales del Uruguay de  Miguel Carbajal y Alfredo Testoni. En ese año Juan Sánches compró  el terreno al gobierno y durante 110 años fue propiedad de varias familias adineradas. En 1907 se remataron 12 solares ntre los que se encontraba éste que fue adquirido por Adelina Lerena de Fein por 8.875 pesos. Los nuevos propietarios resolvieron encargar la construcción de una casona de tres pisos al joven arquitecto  Juan María Aubriot, que terminó la obra en 1908.

Cuando el dueño de la casa muere, la familia vende la propiedad a un ciudadano alemán, Werner Quincke quien luego se la vendió a la familia Susviela Elejalde. Esta última familia se vio sobrepasada por las deudas y resolvió ceder los derechos a la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM).

El toque familiar

Pocos fueron los presidentes que lograron adaptar la majestuosidad de la casa de Suárez y Reyes a la calidéz del hogar. Esa tarea fue llevada adelante con éxito por la ex primera dama Julia Pou quién se mudó con sus hijos y su esposo a la residencia presidencial en 1990.

Pou le dio el toque personal a la gran casa al llevar artículos personales como fotos y hasta un sillón que tenía en su casa particular que contrastaba con los fríos y suntuoso muebles que había en la residencia. Durante la presidencia de su esposo, Pou realizó varias modificaciones en la casa "por un tema de comodidades, de gustos, o de costumbre”, declaró en su momento. Y agregó: “Al modificar la función de la casa, me parece lógico que cambien los muebles".

Otra ex primera dama que puso su impronta en Suárez y Reyes fue Martha Canessa de Sanguinetti quien consideraba que la residencia "la dignidad de una casa que representa al país, la jerarquía que tienen todas las presidencias del mundo, y un sentido institucional".

La izquierda reniega de Suárez y Reyes

Con la llegada al poder de los gobiernos de izquierda, la residencia de presidencial se quedó sin inquilinos permanentes.

Antes de asumir como presidente, Tabaré Vázquez- que vive en El Prado- anunció que seguiría viviendo en su casa y que sólo utilizaría la residencia de Suárez y Reyes para fines oficiales.

Luego, el actual mandatario José Mujica también comunicó que seguiría viviendo en su chacra en el Rincón del Cerro.

De residencia presidencial a refugio 

Durante la administración de Mujica, varias fueron las veces que el mandatario habló sobre el fin que pretendía darle a la residencia presidencial.

En marzo de 2010 durante una visita a la organización Un techo para mi país en Chile, Mujica sorprendió con el anuncio de que la residencia de Suárez centralice todas las actividades relacionadas con vivienda.

Luego anunció que la casona de El Prado sería el Museo de los Presidentes donde se reunirían documentos, recuerdos y objetos de todos los mandatarios que tuvo el Uruguay para que lleguen a la ciudadanía. Además en esa oportunidad el primer mandatario dijo que destinaría a los cocineros que trabajan en la residencia de Suárez y Reyes para elaborar comida para los voluntarios que se desempeñen en los diversos planes de integración que desarrollará el gobierno. “Pepe dijo que tenemos que organizar una cocina para darles de comer a los voluntarios. En Suárez hay unos cocineros presidenciales que pueden cocinar para ellos. Vamos a usar todos los recursos y cada uno dedicará el tiempo que pueda para estas patriadas", dijo al diario Últimas Noticias la primera dama Lucía Topolansky en ese momento. Incluso antes de asumir como presidente, Mujica ya hablaba de darle un fin diferente a la residencia presidencial. Luego de ganar las elecciones nacionales dijo que impulsaría la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología que se instalaría ahí. Ahora el mandatario sorprendió nuevamente con un proyecto para que en la casona se sume a la lista de refugios del Ministerio de Desarrollo social (Mides) para personas en situación de calle, en caso de que no alcancen los cupos disponibles, informa este jueves el semanario Búsqueda.
El Observador

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