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Heridos y corridas tras el partido en Cerro Largo

El ciudadano del interior tiene un particular sentimiento de pertenencia. No le gusta que lo invadan ni que le copen su pueblo. Por eso, cuando llegaron los ómnibus que trasladaron a los hinchas de Danubio se generó un clima muy particular, el que, con el paso de los minutos y las noticias, se fue calentando.

Primero fueron los goles de Nacional que se celebraron como propios. Luego el tanto de Rino Lucas y los minutos finales se jugaron con clima tenso. 

Malrechauffe se cruzó con Gonzalo Viera, se metieron varios, el juez Prudente pitó y se armó el remolino. 

Los de la franja se fueron de la cancha en medio de las provocaciones e insultos de la gente que esperó pegada al tejido. Mayada besó la camiseta, Goicoechea se paró delante del Palco y besó el escudo de Danubio. 

Los jugadores de Cerro Largo celebraban aparte y se quedaron en la cancha un buen rato. 

Mientras tanto, por los altoparlantes, se le pedía a la hinchada local que no saliera para permitir la evacuación de los parciales de la franja.

Pero nadie respetó nada. Y afuera se armó. El primer cruce fue en la zona de vestuarios. La gente de Cerro Largo se arrimó a gritar al borde del ómnibus de Danubio y saltó Sergio “Loco” Navarro (entrenador de goleros de la franja). “¡A quién le ganaron ustedes!”, le gritó Navarro a un hincha que provocaba. La Policía retiró a la gente y todo volvió a la normalidad.

Pero el tema fue afuera. Desde la zona de prensa se podían ver corridas, motos de policías y piedras que volaban. 

El Observador estuvo en el lugar de los hechos en momentos en que la Policía se llevaba a un hincha de la franja esposado y con la cabeza ensangrentada producto de un corte. Por otra calle lateral, los vecinos se quejaban de haber recibido maltrato de algún sector de hinchas danubianos que invadieron con piedras. 

La Policía se organizó como pudo. Evacuó la zona y sacó al ómnibus del plantel danubiano entre medio de la gente. Voló alguna botella de plástico pero no pasó a mayores. 

Finalmente sacaron a dos de los vehículos con los hinchas danubianos más revoltosos y quedaron otros esperando para retirarse de la pesadilla que significó el Ubilla.

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