El equipo fue el soporte de todos

Uruguay tuvo figuras que rayaron por momentos a gran altura. Pero fue todo el equipo quién siempre fue parejo y sostuvo a cada uno. Luego, esas genialidades hicieron la diferencia a favor.

Fernando Muslera: Si alguna duda habían dejado sus dos últimos partidos en el Mundial y algún amistoso posterior, esta Copa lo confirmó como el gran arquero que es. Tiene carácter, determinación, reflejos, agilidad. Y un "ángel" especial que tienen los arqueros que se destacan.
Maxi Pereyra: Un baluarte. Parejo, rendidor, Maximiliano mantuvo su regularidad. Fue consecuente en la marca y se proyectó bien arriba, tal vez menos de lo que puede.
Diego Lugano: El capitán volvió a serlo. Lo fue ante jueces y rivales. Con sus compañeros su conducción es natural, equilibrada, siempre respetuosa y afectuosa. Tuvo algunos contratiempos en lo futbolístico, pero los suple con su gran corazón.
Sebastián Coates: "Cachorro de tigre" tituló TRIBUNA el día que debutaba con la Celeste. Un crack. Completo. Juega, mete, va arriba. Tiene clase y categoría como lo demostró.
Martín Cáceres: Otro león. Impresionante lo que jugó, metió, se fue arriba, metió la "pechera" cuando fue necesario y demostró con algún lujo que también jugando no nos achicamos con nadie. Álvaro González: Tabárez le dio la titularidad en los dos últimos partidos. Metió, corrió, marcó, se entregó por completo. No fue claro con la pelota.
Diego Pérez: Impresionante. Lo que metió, marcó, jugó, contagió, y hasta hizo un gol clave ante
Argentina. Lamentable-mente fue expulsado, porque debió haber sido sustituido antes. Un ejemplo celeste. Lo que contagia a propios y achica a rivales, es notable. Egidio Arévalo Ríos: Un titán en la final. Parejo, rendidor como siempre en los demás partidos. Como premio, robó la pelota en el segundo gol y con generosidad de obrero se la cedió a Diego. Álvaro Pereira: Un fenómeno "Palito". Marcó, corrió, hizo pases de gol, dos goles, le anularon otro. Fue un ida y vuelta permanente por la izquierda. Un generoso siempre.
Diego Forlán: Los que fueron a ver a Messi se encontraron con otro Diego. El nuestro fue completo. Luchó por el equipo, cuando no le venían sus goles se los dio a sus compañeros y terminó haciendo dos en la final. Un campeón al que no le queda grande la de su país.
Luis Suárez: Un depredador, realmente. Tiene la potencia de un tanque y la sagacidad y olfato de un lobo. Está siempre ahí. Endiablado, oportuno, certero. Fue fundamental.
Mauricio Victorino: Lamentablemente se lesionó. Tuvo algún momento de zozobra, pero siempre se debatió con su fuerza y determinación.
Walter Gargano: Jugó un partido y demostró toda su valía. No solo jugó muy buenos minutos contra Argentina, sino que fue letal en los penales. Luego rindió bien contra Perú.
Sebastián Eguren: Tabárez lo colocó como pieza táctica en los finales de partido. Colaboró con la entrega de todos.
Cristian Rodríguez: Nos quedamos con ganas de verlo más minutos. Cuando jugó, mostró toda su entrega, su querer la pelota, su buscar el arco rival. También corrió y marcó.
Nicolás Lodeiro: No encontró el juego. Se esforzó, quiso, buscó la pelota y a sus compañeros. Es muy joven y tendrá otras oportunidades.
Edinson Cavani: Una pena la lesión que lo sacó de varios partidos. Había comenzado sin claridad pero con la entrega de siempre. Un cambio de frente genial para Suárez en el tercer gol. Abel Hernández: Jugó pocos minutos. Igual, mostró todas sus condiciones. Tiene un arranque letal, rápido, zigzagueante, buscando el arco y sacando en poco espacio remates fuertes y bien dirigidos. Gran futuro.
Andrés Scotti: Si alguien se preguntaba por qué estaba Scotti en la Selección, contra Argentina lo demostró. Entró cuando las papas quemaban. Sacó todo, casi hace un gol y marcó uno de los penales.
Diego Godín: Una lástima que no haya podido jugar. Un muy buen futbolista y persona. Entró al final de la final, como premio, en forma merecida.
Sebastián Abreu: Pocos minutos. Igual se hace sentir por lo que incide fuera de la cancha.

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