El 35,8 % de los jóvenes uruguayos dedican parte de su tiempo a cuidar familiares

Un estudio coordinado por el Instituto Nacional de la Juventud (INJU) asegura que 275.700 adolescentes y jóvenes de entre 12 y 29 años en Uruguay realizan tareas de cuidado de otras personas, cantidad que equivale a 35,8 % del total. Esa actividad recae en 44,2 % de los casos en las mujeres y solo en 27,5 % en varones. Al grupo que se le destina más horas es a los niños de hasta tres años, seguido por los de 4 a 12 años.

El cuaderno temático “El trabajo de cuidados desde una perspectiva de género y generaciones” es un trabajo basado en la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud (ENAJ), aplicada a 3.824 jóvenes y adolescentes de 12 a 29 años residentes en localidades de 5.000 o más habitantes.

La encuesta, que se difundió a través del Observatorio Social del INJU, fue realizada en 2013 y, en esta edición a diferencia de las anteriores de 1990 y 2008, es la primera vez que se pregunta a los adolescentes y jóvenes sobre su vinculación con las tareas de cuidados y cómo la realización de esas actividades influye en sus vidas.

El proyecto que aprobó la Cámara de Senadores y está a estudio en Diputados, define tres poblaciones objetivo como destinatarias de cuidados: niños y niñas de hasta 12 años de edad, con prioridad en primera infancia, hasta tres años, personas con discapacidad y también de 65 años o más en situación de dependencia para realizar las actividades básicas de la vida diaria.

El trabajo también enfatiza a una cuarta población objetivo, que son aquellas personas que se encargan de los cuidados, ya sea de forma remunerada o no.

Esta última polbación estaría relacionada con las condiciones de vida de muchas personas jóvenes que se dedican a las tareas de cuidados de forma remunerada o no, tanto dentro como fuera del hogar.

La investigación indica que para analizar la participación y el tiempo asignado a las tareas de cuidados es necesario destacar que el tiempo del que las personas disponen es un recurso escaso que distribuyen entre diferentes actividades y que tiene un impacto en su bienestar. De este modo, dedicarle horas al día a realizar tareas de cuidado implicaría dejar de lado otras actividades.

No solamente las horas de ocio se ven cercenadas al asumir estas tareas, sino que en ciertas ocasiones se dejan de lado los estudios en el sistema educativo formal o se trunca el acceso al mercado laboral remunerado.

Así, cuando las personas tienen una alta carga de tareas, se restringe su capacidad para tomar decisiones sobre la distribución de su tiempo, hecho que afecta su autonomía.

Respecto del análisis de la vinculación de estas personas jóvenes con las tareas de cuidados, este trabajo analiza las diferencias entre varones y mujeres.

La persistencia de la división sexual del trabajo asigna a las mujeres las tareas reproductivas no remuneradas, asociadas al ámbito privado del hogar, y a los varones las tareas productivas remuneradas asociadas al quehacer en contexto público.

Las tareas de cuidado se encuentran definidas de la siguiente manera: apoyo en actividades de la vida diaria, como alimentación o ayuda para quienes no pueden resolver por sí solos acciones como acostarse, levantarse, bañarse, ir al baño, dormir; acompañamiento a centros de asistencia, como CAIF, jardín, escuela, liceo, universidad, centro diurno, centro de empleo; acompañamiento hacia servicios de habilitación y rehabilitación, como fisioterapia, terapia ocupacional, fonoaudiólogo o médico.

Así, 25,5 % de los jóvenes y adolescentes encuestados respondieron afirmativamente a la pregunta si “dejaría de trabajar para dedicarse a mi familia”, predisposición que baja a 20,1 % a medida que aumenta el quintil de ingresos de los hogares.

En referencia al rol de las mujeres, se preguntó si “es preferible que las mujeres en vez de trabajar atiendan a su familia”, lo cual recibió de respuesta que 22,1 % de las personas jóvenes y adolescentes consultadas contestaron afirmativamente.

El estudio indica, además, que 14,6 % de las mujeres jóvenes consideran que su rol principal consiste en realizar el trabajo de cuidados sobre el trabajo remunerado. El porcentaje de varones que está de acuerdo con esta afirmación es de 28,8 %.

A medida que aumenta la edad, el acuerdo con la frase “las mujeres deberían elegir carreras que no interfieran con el proyecto de familia” es de 40,9 % para el tramo de entre 12 y 14 años y de 23,8 % para los consultados de 25 a 29 años.

La encuesta da cuenta que 54,2 % de las mujeres de ascendencia afro preguntadas dijeron dedicarse a cuidados, frente a 42,5 % de mujeres blancas.

Otro dato que surge es que 7,8 % del total de las personas adolescentes y jóvenes que no asisten a ningún centro educativo no continuaron sus estudios porque tenían que ayudar en su casa y atender asuntos familiares.

En tal sentido, 10,5 % de las mujeres encuestadas no han continuado sus estudios por cuidar a otros, mientras que en el caso de los varones llega a 5,9 %. Esa diferencia de género evidencia que las jóvenes relegan el ámbito educativo más usualmente que los jóvenes para ayudar en su casa, atender asuntos familiares o formar su propia familia.

Casi una de cada cuatro mujeres deja de estudiar o trabajar, mientras que solamente sucede esto con 5 % de los varones.

Por último, 8,6 % de los jóvenes preguntados nunca trabajaron porque tenían que atender las obligaciones del hogar y, de ese porcentaje, 97,2 % son mujeres. El 92,4 % de los jóvenes que realiza el trabajo de cuidados no recibe ninguna remuneración económica y 81,6 % de ese porcentaje son mujeres.

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