Mujeres privadas de libertad integran taller de canto y literario a modo de rehabilitación

Con la presentación de un disco, un grupo de mujeres de la Cárcel de Las Rosas mostró su trabajo musical y literario. La ministra Muñoz estuvo presente en la Casa de la Cultura de Maldonado y expresó su satisfacción por la propuesta impulsada por Centros Mec, y su valor en la rehabilitación. En dos años, 27 mujeres integraron el coro. Hoy muchas están en libertad, la misma libertad a la que le cantan y por la cual prosean.
La ministra María Julia Muñoz participó, en ocasión de su viaje a Maldonado por el Consejo de Ministros, de la presentación de un disco musical cuyas artistas son mujeres privadas de libertad que se encuentran recluidas en la Cárcel de Las Rosas de dicho departamento. De la iniciativa participan Centros Mec y la Usina Cultural de San Carlos.

La experiencia fue narrada en las instalaciones de la Casa de la Cultura fernandina, en la calidez de un pequeño teatro que acoge a unos pocos espectadores. Entre el público, se encontraba un grupo de mujeres, las verdaderas protagonistas de ese disco y las “actrices” de un audiovisual que mostraba su trabajo puertas adentro del centro penitenciario.

Allí el aplauso conmovía tanto como cada palabra de los temas que el coro interpretó. Las canciones hablan del hundimiento, de la salvación y la muerte, de la ruina y el florecer, de la duda, del miedo, de las heridas y de la libertad.

La experiencia desde la perspectiva institucional
Las autoridades presentes coincidieron en lo emocionante y valioso de la experiencia. La ministra Muñoz habló del contenido de las canciones y de los poemas que ellas mismas escribieron hablando de la libertad y del amor, “de la necesidad de sentir al otro pero reconociendo que han sido juzgadas y que tienen un espacio de reflexión para cambiarse y reinsertarse en la sociedad. Es una experiencia fantástica”, dijo.

La directora de los Centros Mec, Glenda Rondán, dijo que estas cosas resultan porque quienes las trabajan le ponen corazón. “Poder cantar, escribir, pintar es sanador, hace que la gente sane de sus dolores y vaya recomponiéndose como ciudadano apto para integrarse nuevamente a la sociedad”, manifestó.

Los coordinadores del Centro Mec de Maldonado, Daniela Gonҫalves y Diego Portillo, relataron a la Secretaría de Comunicación el proceso de trabajo que derivó en este fruto.

Recordaron que el grupo se desempeña en la Cárcel de las Rosas desde el año 2010, tiempo en que se desarrollaba la técnica de capoeira, que sentó las bases de lo que luego, en 2013, se convirtió en un taller de canto y literario. El detonante fue una actividad especial realizada un 8 de marzo con motivo del Día de la Mujer, y desde esa jornada no se detuvo. La idea de esta iniciativa es cooperar en la rehabilitación de estas mujeres.

Durante todo este tiempo, en el que 27 mujeres participaron, se trabajó dentro del centro de privación de libertad, incluida la grabación del disco.

Además del desarrollo coral y literario, en este lugar se pautaron cuestiones de convivencia, se definieron normas de comportamiento en el taller, creadas por las propias mujeres, lográndose una especie de acuerdo para poder funcionar.

 “La propuesta fue como un oasis. Esto surgió en forma espontánea y se construyó desde ellas, acompañadas por un equipo interdisciplinario que colaboró en la contención y generó la fluidez necesaria ante variables en el estado de ánimo de las mujeres que estaban privadas de libertad”, explicó Diego Portillo, quien definió esto como “una construcción colectiva de un proceso que se trabaja paso a paso”.

Muchas de las integrantes del coro hoy están en libertad pero siguen vinculadas con el Centro Mec de una u otra forma.

Sus textos
Todos los presentes en el lugar, así como la gente que trabaja desde cerca con ella, coinciden en la calidad de los textos que ellas mismas escriben, en su mayoría alusivos a la privación de libertad y sus consecuencias.

Gabriela denomina su obra como “Bajen la guardia” y entre muchas reflexiones dice: “Esto no es tan solo una prisión, existe gente en rehabilitación, hay seres humanos que cometimos un error y pedimos por una oportunidad. Reflexionar, mirar hacia adelante, reivindicar la falta cometida y abrir esas rejas de par en par, dejar aquí enterrados nuestros pecados y volver a la calle habiendo tenido una condena justa que nos haya hechos reaccionar”.

Mónica opta por una poesía a poco de culminar su condena (hoy ya en libertad), y dice: “No pienso en mi libertad, siento que no pueden apresar mis sentimientos porque libre como el viento es mi alma… Suenan grilletes en mis manos y mis pies, más mi corazón trasciende rejas y muros porque lo que amo está en la vera del mar y otros perdidos en las colinas de mi querido Uruguay… Todo lo que amo me transporta a un viaje por mi libertad, por eso no siento ansias, sino simple paciencia...”.

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