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Ecologistas frustran exportación de pingüinos uruguayos a Japón


Entre julio y setiembre, los pingüinos magallánicos migran y llegan a costas esteñas de Uruguay, a veces empetrolados, exigiendo su rehabilitación antes de devolverlos al mar. Un nuevo acuario japonés puso el ojo en ellos. Pero el negocio no se dio.



En mayo de este año se inauguró en Tokio una torre de comunicaciones que es la edificación más alta del mundo. En su entorno hay una gigantesca zona comercial con más de 300 tiendas, y en los pisos 5 y 6 se inauguró el segundo acuario más grande de Japón, después del de Kioto, con alrededor de 400 especies marinas y casi 10.000 ejemplares.

El acuario se divide en 8 zonas y posee varios tanques, cuatro de ellos rellenos de coral. El tanque más grande tiene 6 metros de profundidad, y reproduce el fondo marino de las islas de Ogasawara, declaradas como Patrimonio Mundial Natural en 2011.

En este acuario, que ocupa una superficie de 6.000 metros, creado y administrado por Orix Real Estate Corp, además de raras especies, se hallan pingüinos de diverso origen. Entre los primeros que llegarían allí, estaba previsto que hubiese especímenes de la especie de los magallánicos, exportados directamente desde Uruguay.


Las gestiones comenzaron a realizarse en febrero de 2011, según declaró a El País quien por entonces se desempeñaba como embajadora uruguaya en Japón, la doctora Ana Estévez (actualmente asesora de la Dirección General de Cooperación Internacional de la Cancillería).

Estévez contó que en un primer momento le pareció que la transacción sería una muy buena manera de promocionar a Uruguay. Sobre todo porque lo que pretendían los operadores del acuario, no era otra cosa que "exhibir pingüinos salvados e intentar su reproducción en cautiverio".

Debido a la intervención de una organización ambientalista local, "la exportación nunca se concretó", sostuvo la doctora Estévez. Los nipones consiguieron en cambio que les enviaran algunos ejemplares desde Argentina, "creo que unos 10 pingüinos".

OTRO PEDIDO. En noviembre de 2011, hubo otra solicitud de pingüinos a nuestro país, pero Estévez asegura que en tal caso no tuvo nada que ver, y que no contó nunca con información acerca de que la embajada de Japón en Uruguay hubiese intervenido en alguna instancia. Desde la Sociedad para la Conservación de la Biodiversidad de Maldonado (Socobioma), se informó a El País que este segundo pedido provino de Dubai, aunque nunca quedó claro a dónde se trasladarían los pingüinos.

En carta de la doctora Estévez, fechada el 17 de febrero de 2011 y dirigida a la médica veterinaria Lourdes Casas (de Socobioma), se lee: "Quedé muy contenta de haber conocido las instalaciones, y los `pacientes` de Socobioma. Sin perjuicio de continuar conversando del tema, le anexo los planos del actual acuario en Enoshima. El próximo acuario estará en la base de la torre de comunicaciones Sky Tree de Tokio, que se inaugurará en abril del 2012 (…). Seria muy bueno que tu ONG estuviese involucrada y propusiera recibir una cooperación a cambio".

Dos días después, Casas respondió a la embajadora Estévez: "Le agredecemos su visita a nuestro lugar de rehabilitación de animales silvestres en el Jagüel. Finalmente nos reunimos con los integrantes de nuestra ONG, y llegamos a la conclusión unánime que nos es imposible aceptar su propuesta. Sería para nosotros de gran importancia el poder tener cooperación de un país tan poderoso como Japón, pero no a cambio de animales; por otra parte valoraríamos mucho su ayuda desinteresada para las mejoras en nuestro centro de rehabilitación con el fin de optimizar nuestro trabajo y sanear muchas de las carencias que tenemos (…). Hemos discutido en estos días con otras ONG ambientalistas de nuestro país, Argentina y Brasil y todas vieron con alarma esta propuesta y manifestaron su disconformidad".

Una respuesta también negativa, le llegó a Estévez de parte del doctor Pablo García Borboroglu, presidente de Global Penguin Society (University of Washington). En el informe se dice entre más cosas que " la remoción de ejemplares en estado salvaje para ser utilizados en acuarios no es aceptable ni aconsejable; existen redes de acuarios y zoológicos en diversas partes del mundo que intercambian individuos que ya han nacido en cautiverio y que permanecen en ese estado durante toda su vida. Sugerimos a la empresa Orix que se contacte con esos acuarios para armar su muestra de ejemplares y no que busque pequeñas organizaciones de rehabilitación ofreciéndoles dinero a cambio".

Haciendo referencia a un caso de exportación verificado en 2008, en el mismo documento se agrega que "ya ha habido un antecedente lamentable en el cual un centro de rehabilitación de Uruguay vendió ejemplares a España en un marco poco claro. Esto fue motivo de una gran repercusión que afectó la imagen internacional de Uruguay, al permitirse el comercio de ejemplares que se reciben para rehabilitación y luego son utilizados con fines lucrativos comerciales. Tan desafortunado fue este comercio que un mes después todos los pingüinos murieron".

En cuanto a las posibilidades de vender pingüinos rehabilitados, se señala asimismo que eso iría en contra de tratados internacionales y del "espíritu de las relaciones entre Uruguay y Japón en lo referente a la preservación del medio ambiente".

El principal jerarca de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara), el doctor Daniel Gilardoni confirmó que la exembajadora Estévez solicitó que la dependencia que él dirige "donara pingüinos". Y agregó que eso no fue posible por más de un motivo. "Hay probablemente algún vacío. No hay normativa. Podemos donar lobos marinos, pero no pingüinos, que no son autóctonos, aunque migran, y llegan a nuestras costas", comentó Gilardoni, que agregó como caso semejante el que se da con los elefantes marinos.

Según el director de la Dinara, para no comerciar pingüinos se tiene en cuenta la convención Cites, que si bien no los incluye a título expreso, permite actuar por analogía, es decir respetando las prohibiciones fijadas para comercializar otras especies.

A través de la secretaría del Departamento de Fauna del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, se anunció a El País que su director, el doctor Jorge Cravino "tiene prohibido hablar de temas de fiscalización". ¡Qué pena!

US$ 5.000 por un pingüino

La última oferta que recibió la ONG Socobioma por un pingüino fue de U$S 5.000. La envió a fines de 2011 Nito Group, desde Dubai, en representación de un acuario japonés. "...donaremos dinero para el centro de rehabilitación a cambio de que ustedes nos den algunos pingüinos", se dice en la solicitud dirigida a la veterinaria Lourdes Casas, quien otra vez dio una respuesta negativa. Unos años antes, en 2008, se vendieron a un zoológico de Madrid 50 pingüinos magallánicos, que habían aparecido empetrolados en las costas de Maldonado. Los mismos fueron rehabilitados por S.O.S. Rescate de Fauna Marina de Punta Colorada-Piriápolis, quien los habría donado a la Reserva de Fauna Autóctona de Pan de Azúcar, dependiente de la Intendencia Municipal de Maldonado, para su intercambio con el Zoológico de Madrid. Se pagó entonces US$ 700 por ejemplar. Rescate Eco Marítimo (REM) denunció en su momento la transacción como "tráfico ilícito". Entre más, se adujo que el pingüino magallánico es considerado por la Birdlife International como una especie amenazada en la categoría de vulnerable, debido al aumento de los derrames de petróleo. Los ejemplares salieron de Uruguay en Pluna solo con un certificado sanitario que aceptó el Servicio de Aduana del Aeropuerto de Carrasco. Pero "sin que existiera ninguna autorización de la Dirección de Fauna Nacional", según lo denunciado por REM.
CARLOS CIPRIANI LÓPEZ - El País Digital

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