Entre los objetivos del proyecto están mejorar la capturabilidad de las nasas por medio del uso
de ciertas variantes en forma o materiales; incentivar la valorización del pescado artesanal por
parte de restaurantes locales; y socializar y difundir las diferentes vivencias y aprendizajes.
Popa es un grupo interdisciplinario formado por pescadores artesanales e investigadores. “Es un
grupo muy horizontal, en el cual el pescador plantea la problemática y entre todos buscamos la
solución”, dice Jonny Bouyssounade, uno de los pescadores artesanales que forma parte del
proyecto. En esta iniciativa participa no sólo el pescador que sale al agua, sino toda la familia,
que colabora tanto en la construcción de las nasas como participando en las diferentes
reuniones.
El grupo comenzó a funcionar en el año 2011, buscando mejorar la calidad de vida del pescador.
Investiga con el fin de mejorar la pesca y por ende las ventas, y la interacción con la fauna marina
y el medio ambiente. Para ello, sus integrantes toman datos y trabajan en observación, en
embarques experimentales. En base a planillas, observan el tamaño del pescado, su peso, la
forma de alimentación... Los saberes del pescador se complementan con los del investigador.
“Siempre tenemos a alguien de Facultad que sube y toma los datos; hay mucha gente
involucrada, no sólo los pescadores. Nosotros tenemos la práctica, pero nos falta la capacidad
del investigador. Toda esa dinámica de trabajo es muy interesante”, comenta Jonny.
Investigación participativa.
Patricia Iribarne trabaja en este proyecto desde el año 2011. Se acercó por su formación de
grado de la Licenciatura en Biología Humana: “Me acerco por interés de temas que tuvieran que
ver con salud humana, medioambiente y estrategias de participación pública”, recuerda. “El
proyecto ‘Más tecnologías’ nos permite a nosotros continuar con un trabajo que veníamos
realizando con el grupo desde antes y continuar con otro proyecto previo que pretendía diseñar
y probar nasas como un arte de pesca alternativo para la región. Diseñarlas en función de la
localidad y de las condiciones locales”, explica.
“El grupo se conforma en 2011 ya con una estrategia de investigación acción participativa que
nos permite hacer investigaciones aportando visiones y saberes desde diferentes experiencias y
tipos de conocimientos”, dice Patricia. “Todos entendemos el problema de diferente forma y lo
que tratamos, a través de esta metodología, es integrar ese conocimiento y el resultado que se
obtiene es mucho más rico”, expresa
Según la licenciada en Biología Humana, este proyecto tiene dos grandes patas que reflejan los
dos grandes emprendimientos del grupo: “por un lado tratar de buscar una solución respecto a
la pesca y la interacción con los lobos marinos, entender el problema, cuantificarlo y hacer algo
al respecto; y por otro generar estrategias de comunicación que permitan la valorización de la
pesca artesanal y de las personas que trabajan en la pesca”
Patricia cree que este proyecto puede aportarles a los pescadores una mejora en la calidad de
vida y las condiciones laborales en general. “Una de las cosas que se pretende es generar vías
de venta directa”, dice Patricia. Otro aspecto que rescata es el aprendizaje que se da en todo el
proceso.
Con este proyecto se viene mejorando un prototipo de nasa que se está estudiando desde hace
poco más de dos años. Se buscó que las nasas fueran colapsables, de modo que fueran fáciles
de transportar. En esta etapa se están probando diseños mejorados: “Para eso hay que
embarcarse, colectar datos y analizarlos para ver los resultados de esta etapa y pensar en qué
aspectos se pueden mejorar”, dice Patricia.
Trabajo en equipo.
“Esta es una buena oportunidad para que la sociedad uruguaya vea y comprenda qué esla pesca
artesanal”, dice Jorge Luis Bentancur, otro de los pescadores artesanales que colabora con el
grupo en el armado de nasas y en las salidas al agua. “Es una forma para que la sociedad entienda
que somos ciudadanos, tenemos nuestras viviendas, tenemos una vida normal, mandamos
nuestros hijos a estudiar y vivimos directamente de la pesca artesanal”, dice.

Omar Bentancur (Cachito) es otro de los pescadores del grupo. Se inició en la pesca industrial
hasta que conoció la pesca artesanal y la adoptó como forma de vida. De familia de mejilloneros,
se integró al Grupo Popa en el año 2012. “Es muy frustrante no poder hacer nada contra el lobo,
porque la comida de tu familia te la saca de las manos”, dice. Omar participa en las diferentes
reuniones y trabaja en las mejoras de las nasas, además de crear un vínculo con la sociedad:
“Apuntamos a que la pesca se conozca, a mostrar nuestro trabajo al consumidor para mejorar
las ventas y que la gente conozca lo que está comiendo, que es un pescado fresco y nutritivo”,
dice. “El proyecto nos ha dado herramientas y materiales para mejorar el tipo de trampas y los
beneficios son buenos, porque las capturas son mejores. Si seguimos así, aumentando las nasas
(…) se podrá lograr una buena captura y una buena venta”, dice Omar.
Mucho de lo que pescan se vende en un puesto en el puerto y también a algún restaurante local.
“Con ellos queremos crear el mismo vínculo que los consumidores, para que conozcan nuestro
trabajo y lo bueno que es vender pesca artesanal”, agrega el pescador.
Las ventas.
El restaurante Roma Amor de Piriápolis es uno de los locales que compra la pesca artesanal del
día: “Nosotros tenemos un pescador de confianza con quien hemos hecho un vínculo muy
amistoso, casi familiar. Él nos ofrece la pesca y nos explica para qué es buena, sus cualidades y
sus aportes nutricionales”, dice Jennifer Torres, propietaria del local comercial. Allí se trabaja en
base a la pesca del día y se prepara todo tipo de platos: a la plancha, al doré o a la milanesa y
con diferentes salsas; cazuela de mariscos y paella. El pescado es un producto que se vende bien,
incluso en invierno.
Intercambio de saberes.
Valentina Franco-Trecu es bióloga, investigadora de la Facultad de Ciencias. Colabora con este
proyecto haciendo sus aportes desde la biología y ecología de los leones marinos y en aspectos
estadísticos y de diseño de muestreo. “El enfoque de investigación participativa tiene como
característica que todos los actores relacionados estén involucrados”, dice Valentina. “Se armó
como un puzzle de los distintos saberes y de esa manera nos complementamos para que la
investigación sea mucho más rica”, agrega.
Del proceso de investigación acción participativa rescata que todos han hecho el esfuerzo de
aprender de los saberes de los otros: “Escuchamos otros saberes, otras formas de ver las cosas,
desde otros ángulos y eso es lo más rico. Y en función de respetar esas otras visiones también
uno aprende mucho de uno mismo y, como toda interacción humana, es enriquecedor desde
todo punto de vista”, dice Valentina.
“Cuando hay una problemática y el pescador es escuchado, tanto por la cátedra como por el
gobierno, ahí funciona. Si crece desde el pie, la cosa va a ir bien”, complementa Jonny.
MGAP
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